Mi bisabuela Benita:
de quien sólo sé que fue buena y callada,
que llevó luto perpetuo
vestida con lo mejor para ir a misa,
al pie de la cama, al pie del nuevo día.
Mi abuela Rosario:
corajuda y volcánica,
que zarandeaba al sargento por la solapa
si abusaba del poder
y que sacó seis hijos adelante, de la nada,
viuda ya a los pocos meses de parir al sexto.
Mi abuela Socorro:
presumida, de estrábica mirada,
que hacía comedias y vestía de largo,
que jamás fue al campo como las demás
y que murió trágicamente
cuando yo despuntaba los catorce.
Y mi madre de quien ya conocéis
su medida.
Una tirada de dados combinados
y de todas ellas un pellizco en mí.
Me llamo Begoña
pero me llaman: Rara.
Begoña Abad (España)







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