La solidez del verso es necesaria,
Nos llega de la piedra de donde brota el agua.
Del interior desnudo que tirita,
de fiebre acaso de necesidad.
Será verdad que hay buenos constructores, o alarifes mañosos.
Mas sólo un arquitecto lleva el alma,
desnuda como el cisne, ocultando los pies, tan necesarios para el bogar por aguas cautelosas.
Omitiendo el proceso, sutil,
del andamiaje.
Navegando en serena soledad
por lo evasivo de las tracerías,
por la firmeza de los contrafuertes,
por la belleza de las claraboyas
Por la luz cenital que lo silencia.
Efi Cubero (España)







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