A Nydia Reinal
En tus días de adiós
-tus últimos, ya sombras-
Dispuesto tu equipaje y pronta la partida
Ebulllición de tigres y palomas.
Extendiste tus manos
En gesto inmensurable
Hacia el confín de la ternura..
Su inquieta palidez
Que se obstinaba en habitar teclados
Y partituras y aires celestiales.
Qué música inventaron para Borges?
Con cuál de ellas paliaste
Sus ghigantescas sombras
Desde áquel día sin Leonor
En que la oscuridad fue irredimible?
Acaso fue tu voz pronunciando el poema
Arrodillando letanìas
Conjurando el olvido y la distancia?
Tú me legaste
-ante la certidumbre del adiós-
Tu última Navidad
Y la memoria de otras descarnadas.
Tu docta biblioteca con tus huellas
Tus libros. Tu foto junto a Borges.
Silvina Ocampo. Beatriz Guido.
El sueño del reloj: su simbolismo.
Y tu Espejo
Guardián de tus enigmas y tus soles
Inconfundible eco en que rescato
Esta herencia de amor que me enaltece
Tu lucha y soledad. Tu desamparo.
Y este fervor voraz que hoy me define.
Del libro Ceniza y Fuego
Miriam Seggiaro (Argentina)







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