“No hay tiempo de sentir el desconsuelo;
sigue la vida, urgente y transitoria.”
Antonio Gala
Te vas.
Y yo trato de escribir un poema que hable de vos
y de mí,
de todo lo que fuimos juntos
y de todo lo que somos
a pesar de que te vas,
pájaro desanidado,
milagro de plumas dóciles que creció
hasta convertirse en esto que sos:
un hijo que suelta las amarras
y se va
mientras la madre puerto
arroja sus ojos al ritual del agua.
¿Cómo escribir un poema que hable de vos
sin tocar el asombro
de saberte crecido en mí,
pececito nadando en aguas dulces
atado al eco en ciernes de la sangre?
¿Cómo escribir un poema que hable de mí
sin tocar mi placenta transparente,
la cicatriz de la leche en mi cuerpo,
mi voluntad de deshacerme en pan?
Cuando llegaste
eternicé tu ombligo
en el misterio del recuerdo amniótico.
Crecí como una casa
para arroparte en mis habitaciones.
El tiempo, después, hizo lo suyo.
Hoy te vas.
Con el cuerpo asomado a la vida
te vas.
Y yo equilibro el llanto y la ternura
para celebrar
tu vuelo definitivo.
Raquel Graciela Fernández (Argentina)







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