Te...
Te miro,
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Te miro,
Qué putada la vida
Hay un hombre en el tren
allá abajo en el patio interno
Voy a quererte
Sentada en una roca que el mar no golpea pienso en el manuscrito de los peces, en si ellos también tienen formas de conocernos. Disfruto la brisa, pero al contacto del agua mi piel se asusta. No quiero bajar los pies. No voy a bajar los pies.
Bajo la luz de día los peces acercan sus bocas a las piedras y las muerden o las besan. Si Cousteau no mintió, por la noche duermen, algunos sueñan. También sueño con peces.
Cada noche el mar dice mi nombre en un idioma que nunca aprendí a pronunciar. Mi corazón abre su boca oscura y deja salir los monstruos de la memoria hacia el piélago
mezcla de agua y saliva
entrando en mi boca
veinte años después del ahogamiento.
Irma Torregrosa (México)
Penetrado de noche en limoneros y acacias
Opalino a lo lejos en la frente del cieloEl once de septiembre del dos mil uno
mientras las Torres Gemelas caían,
yo estaba haciendo el amor.
El once de septiembre del año dos mil uno
a las tres de la tarde, hora de España,
un avión se estrellaba en Nueva York,
y yo gozaba haciendo el amor.
Cristina Peri Rossi (Uruguay)
XVII
¿Hay algún culpable?
¿Hay culpa Alguna?
Sintiendo siendo soy yo
XVIII
Ayer me caí y perdí un zapato
Hoy me vestí y me perdí
Sorpresa me da al no ver por dónde voy
XX
Yo tengo una piedra que brillante
Muchos me quieren quitar la piedra
Con el brillo de mi piedra extraño mi joya
Mara Rita Villarroel (Chile)
Es que son muchas anécdotas que tengo, pero no me acuerdo… Cuando estábamos chiquillos mi hermano Emilio y yo, luego mi papá llegaba medio alegre y nos le colgábamos cada uno en un brazo porque se ponía como si estuviera levantando pesas y nos daba vueltas y luego nos daba dinero. Pero él nos daba un billete y lo partía a la mitad y nos daba una mitad a cada uno y luego ¡ay mi mamá pobrecita! lo andaba pegando para comprar las cosas.
Rafael Volta (México)
Caen abuelitas polleras
Este miércoles, dos mujeres de la tercera edadDesde los fondos últimos, los más inaccesibles, los cielos y los árboles contemplan mi pasar ensimismado. La percepción que admira la belleza ha vestido en la noche las naranjas de luna.
En la calle de los suspiros,
Los viejos les decimos
¿Y ahora qué hago yo


